Escribe: Federico Chunga Fiestas
De los proyectos de ley de reforma constitucional presentados por el presidente de la República ante el Congreso, los referidos al sistema político han generado mayor respaldo ciudadano, pero a la vez, grandes cuestionamientos.
Mediante estos proyectos el presidente propone la prohibición de la reelección inmediata de congresistas, la regulación del financiamiento de las organizaciones políticas y el regreso al sistema bicameral del Congreso.
Si bien el objetivo es loable, y aparte de los problemas técnicos que algunas propuestas presentan, creemos que por sí mismos los proyectos no solucionarán la grave crisis de nuestro sistema político, porque no atacan su falla fundamental: que no cumple con su razón de ser, esto es, con representar los intereses ciudadanos en toda su diversidad, para que se legisle, gestione y administre justicia con base en el bien común y el interés público.
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Por el contrario, hoy casi todas las organizaciones políticas, o son organizaciones criminales cuyo objetivo es asaltar las arcas del Estado, o son, por separado o conjuntamente, grupos de presión que representan intereses subalternos, ya sea empresariales, de clase o incluso familiares, como lo prueba el hecho de que en esta elecciones sea común que postulen para suceder a los actuales alcaldes, sus esposas, hijos, yernos, nueras y sobrinos.
De nada sirve prohibir la reelección de los congresistas si pueden ser reemplazados por otros, noveles y ávidos de usar el cargo para beneficio propio. De nada sirve que el Congreso sea bicameral si los partidos políticos postularán a gente que solo busca medrar y aprovecharse de las ventajas del poder.
Y si bien es valioso que se exija a las organizaciones políticas una rendición de cuentas de sus ingresos y gastos, que no reciban dinero de fuentes anónimas o vinculadas con graves delitos, y que lo hagan solo a través del sistema financiero, también es cierto que esas exigencias y prohibiciones no lograrán por sí mismas que los ciudadanos estemos mejor representados.
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Para ello hubiese sido necesario, por ejemplo, democratizar al máximo la organización de los partidos políticos, estableciendo la exigencia de votación universal entre sus miembros y simpatizantes para elegir a sus líderes y a sus listas de candidatos a todos los cargos elegibles, evitando la entronización de caudillos y mesías, que a la larga, se vuelven dueños de las organizaciones políticas, y que en el caso de algunos, hacen funcionar a los partidos como sus simples negocios.
O hubiese sido imprescindible proponer la eliminación de la inmunidad parlamentaria, utilizada por lo general para que los congresistas y demás altos funcionarios aseguren impunidad para sus delitos.
Dicho ello, es importante que se haya puesto en la agenda pública la necesidad de reformar nuestro sistema político. Es un esfuerzo en el que todos debemos aportar para que las propuestas iniciales sean mejoradas, algo que incluso puede hacer todavía el mismo Presidente.
