Tras los comicios del pasado 11 de abril, la ONPE confirmó que Pedro Castilllo, con 19,09% y Keiko Fujimori, con 13.36%, pasaron a la segunda vuelta. Esto quiere decir que ni la quinta parte de la población electoral respaldaron a ninguna de estas candidaturas. Ahora, a casi un mes de la segunda vuelta, una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos – IEP, coloca al candidato del lápiz con un 36.2% por encima de la candidata fujimorista, con un 30%, llegando ambos candidatos, a cubrir cada uno, las preferencias electorales de solo la tercera parte en promedio del electorado.
Para el antropólogo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Alonso Cárdenas Cornejo, estas bajas cifras de representatividad se deben a lo precario que es nuestro sistema político, sumado al gran desprestigio que tiene nuestra clase política, siendo la más repudiada de América Latina. «Estas son unas bajísimas cifras de representatividad son muestra del gran abismo entre la clase política peruana y el ciudadano de a pie (…) Por eso, gane quien gane, el sistema político y social del país, ya no da para más», opinó Cárdenas.
A eso se suma la gran fragmentación del sistema político visualizado en el Congreso que le espera a quien obtenga la victoria el próximo 6 de junio. Junto a ello, el vencedor o vencedora se encontrará a una sociedad totalmente polarizada, advierte el especialista.
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Solución estaría en las calles
El docente universitario también señaló que ninguno de los dos candidatos tiene asegurado un gobierno estable, debido a que la población está exigiendo cambios en las estructuras del país. Explica que la candidata Keiko Fujimori no querrá hacer los cambios que la gente quiere debido a sus antecedentes dictatoriales, por lo que el antifujimorismo estará atento para protestar. Mientras que Pedro Castillo no podrá ejecutar esos cambios debido al Congreso fragmentado que tendrá al frente no se lo permitirá.
Frente a ello, el académico no descarta que ante los los panoramas, la solución estará en las protestas en la calle, tal como se ha vivido en varios países latinoamericanos como el de Chile y Colombia.
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