La reforestación puede convertirse en una de las «estrategias más efectivas» para combatir el cambio climático y mitigar el aumento de las temperaturas. Es lo que concluye un estudio publicado este jueves en la revista Science que identifica hasta 900 millones de hectáreas de tierras que pueden convertirse en cubierta vegetal.
Esta masa forestal recuperada serviría para almacenar hasta 205 gigatoneladas de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero. La actividad del ser humano causa emisiones anuales de alrededor de 40 gigatoneladas de CO2. La mitad de esos gases se concentra en la atmósfera y contribuye al calentamiento global; el otro 50% es absorbido y almacenado por océanos y bosques.
Lo que persigue este estudio es intentar aumentar la cantidad de dióxido de carbono que capturan los bosques e identificar, a través de imágenes por satélite, las áreas susceptibles de ser reforestadas en el planeta.
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En el último informe del IPCC (el grupo de expertos designados por la ONU para la elaboración de los estudios de referencia en materia de cambio climático) ya se apuntaba a que los bosques son una herramienta clave contra el calentamiento.
Y se cifraba en 1.000 millones las hectáreas (el equivalente a la superficie de China) que se necesitan para lograr que se cumpla el Acuerdo de París. «Tuvimos la duda de si era posible cumplir ese objetivo sin sacrificar la producción de alimentos y de si había suficiente tierra disponible«, apunta René Castro, responsable del departamento de Biodiversidad Climática, Tierra y Agua de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
«Hicimos ese estudio y encontramos que de los 2.000 millones de hectáreas degradadas que hay en el mundo, 900 millones tienen absoluto potencial forestal«, añade este responsable de la FAO, el organismo que ha elaborado el informe junto a la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.
El estudio subraya que esos 900 millones de hectáreas de potencial recuperación no son tierras de cultivo o urbanas, aunque sí reconocen que, al no poder saber cuánta de esa tierra es pública o privada, no es posible conocer la cantidad «realmente disponible». Pero Castro insiste en que el estudio demuestra que «es posible cumplir el objetivo del IPCC y que tendría un impacto local muy importante para el uso del agua, combatir la erosión, mejorar el clima local, y para la biodiversidad y la creación de empleos rurales».
Además, sostiene, esa reforestación ofrecería un colchón temporal al ser humano –de unos 20 años– para que maduren las tecnologías que permitan desprenderse de los combustibles fósiles, los principales emisores de CO2 ya que cuando se queman para producir energía liberan este gas de efecto invernadero.
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En el estudio de Science se destaca que más del 50% de la reforestación potencial se concentra en solo seis países: Rusia (151 millones de hectáreas), EE UU (103), Canadá (78,4), Australia (58), Brasil (49,7) y China (40,2).
Castro sostiene que el estudio ofrece también algo de esperanza en un momento en el que las emisiones mundiales de dióxido de carbono y del resto de gases de efecto invernadero mundiales siguen creciendo. «Esa reforestación nos daría un respiro«, dice.
Sin embargo, el análisis también contiene una advertencia. Lejos de encaminarse hacia la reforestación de esos 900 millones de hectáreas, el mundo va en dirección contraria. Si no se corrige la «trayectoria actual», apunta el artículo, la cubierta de copa forestal global puede contraerse en 223 millones de hectáreas en 2050. Y la mayoría se perdería en los trópicos. «Nuestros resultados destacan la oportunidad de mitigar el cambio climático a través de la restauración forestal global, pero también la necesidad de una acción urgente», resume el artículo.
Fuente: El País