No puedo menos que dedicar este comentario a la Resurrección de Jesucristo, que acabamos de celebrar. Hecho fundamental para los cristianos, que, como decía San Pablo: si no creemos en la Resurrección de Cristo vana es nuestra fe.
Y nos parece fundamental en este contexto de dolor y de muerte en que estamos viviendo, que está hecho de injusticia y en muchos casos se manifiesta con la grandísima desigualdad.
Hoy estamos recordando la alegría del domingo de Resurrección, pero nuestra realidad es de Viernes Santo, donde vence la mentira sobre la verdad: ¿Cuántas mentiras sobre la pandemia?, ¿sobre las defensas del río?, ¿sobre las promesas de los candidatos? ¿Cuándo y cuantas vacunas llegarán a todo nuestro país y departamento?
La injusticia sobre la justicia: ¿Cuántas y cuándo llegarán las vacunas a Sondor?, y la muerte sobre la vida: ¿Cuántas vidas jóvenes se están perdiendo, cuando deberían estar viviendo? En el mundo, más de tres millones.
Sin embargo, los cristianos celebramos que tenemos una semilla profunda de esperanza, en medio de la desesperación, una semilla profunda de luz en medio de la oscuridad, y una semilla profunda de vida frente a la muerte, porque Jesucristo, que es nuestra cabeza, ha resucitado y tira de su cuerpo, que somos nosotros. Por eso felices los que creemos en la Pascua. Felices Pascuas.
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