Pido a Dios poder expresar con claridad lo que quiero sin decir cosas negativas, sino tratar de sacar fuerzas de flaqueza e iluminar el camino que se nos ofrece para que caigamos en la cuenta de que estamos viendo y viviendo una gran oportunidad para cambiar nuestro chip y comenzar a asumir la responsabilidad que todos tenemos.
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Todos somos pecadores, unos por acción y otros por omisión. No podemos acusar ni culpar a otros como si nosotros fuéramos santos. Tenemos que recordar nuestra historia republicana de crisis política, económica y social así que no podemos rasgarnos las vestiduras señalando solo a los políticos y soslayando a las iglesias y demás fuerzas sociales que han apoyado la cultura machista imperante en todo el planeta.
Es la misma cultura del poder que lleva a unos a tratar de dominar a otros, generalmente los más vulnerables, por eso cada día tenemos más violaciones y feminicidios. Pero somos las mismas mujeres que educamos a nuestros hijos varones y mujeres en ese tipo de cultura donde el poder y el tener pesan más que el ser y el deber.
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Ya es tiempo de que asumamos nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas recordando a todos que las autoridades que tenemos las hemos elegido nosotros, por lo tanto debemos pensar y analizar muy bien por quién vamos a votar, que no puede ser ningún demagogo populista que nos ofrezca el oro y el moro, 500 soles mensuales como bonificación o trabajo en planillas en la municipalidad pero que en verdad lo único que busca es tener poder para robar y corromper a todos los que deberían ser nuestros servidores.
No obstante, es cierto que la actual crisis ha eclosionado en el sector justicia, donde ninguno de nosotros ha podido escoger jueces ni fiscales, pero si esto ha avanzado tanto es porque lo hemos permitido ya que no nos hemos atrevido a denunciar oportunamente la corrupción, sea por miedo o sea porque de algún modo nos beneficiamos con ella.
Nuestros errores políticos han trasvasado hacia lo judicial, y ahora estamos pasmados por el resultado. Reflexión, amigos. Más reflexión.
