Escribe: Federico Chunga Fiestas
El mensaje presidencial de Fiestas Patrias podría convertirse en un verdadero parteaguas histórico en la vida del país si el Presidente de la República hace lo necesario para cumplir con los compromisos adquiridos en él ante la Nación.
En efecto, por primera vez en el presente siglo la máxima autoridad del Estado ha planteado una reforma de fondo con el objetivo de mejorar el sistema de justicia y el sistema político para erradicar la corrupción sistemática que históricamente los ha controlado.
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Para ello ha propuesto la reforma de la Constitución para que los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura sean elegidos en un concurso de méritos entre abogados de incuestionable experiencia profesional y trayectoria ética, democrática y de defensa de los derechos humanos. Asimismo, para que se prohíba la reelección de congresistas, se vuelva al sistema bicameral de representación parlamentaria y se regule adecuadamente el financiamiento privado de los partidos políticos, fuente principal de la grave corrupción de la política peruana.
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Igualmente ha presentado proyectos de ley para que se cree una Autoridad Nacional de Integridad y Control en el Poder Judicial y el Ministerio Público, externa a ambas entidades, que reemplace a las oficinas de control de la Magistratura y de Control Interno del Ministerio Público, que en todos estos años han demostrado ser incapaces de sancionar y prevenir la actuación irregular y los actos de corrupción de jueces y fiscales.
Otras propuestas sobre políticas de integridad y lucha contra la corrupción, igualdad de género y lucha contra la violencia contra la mujer, lucha contra el racismo, interculturalidad, entre otras, también son sustanciales, todas ellas difíciles de cumplir sin apoyo y vigilancia de la ciudadanía. Como él Presidente mismo lo ha reconocido, las redes de corrupción en el Congreso, el sistema de justicia, el Ejecutivo, los gobiernos regionales y locales, tienen un enorme poder y harán todo lo posible para que nada cambie.
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Si el presidente lidera estos cambios con el empeño que las circunstancias le exigen pasará a la historia. Pero si no lo hace o no lo puede hacer, es deber de todos nosotros, los ciudadanos, hacer que esos cambios se produzcan, utilizando todas las armas democráticas.
Serán imprescindibles la presión de la opinión pública e, incluso, la permanente movilización pacífica en las calles, pues los únicos caminos para lograr la reforma constitucional son los señalados en el artículo 206 de la Constitución Política. Es decir, 87 votos en el Congreso en dos legislaturas seguidas, o 66 votos en una legislatura más un referéndum.
Este último es el camino elegido por el presidente, en un valioso gesto político que pretende devolverle al soberano, es decir, al pueblo, la capacidad de forzar estos cambios fundamentales si es que el Congreso se niega a hacerlo. Como dijimos al inicio, este es un cambio que puede ser histórico.
