Mario Rufino: “El agua con lentes de igualdad” [Opinión]

A pocos meses de cumplir 200 años de independencia, deberíamos haber superado brechas sociales como el acceso al agua potable y saneamiento básico o apuntar a acercarse a ello. Sin embargo, no es así. Aunque muchas autoridades pondrán por delante a la pandemia de la COVID-19 como justificación a su incumplimiento y la mayoría de los y las candidatos y candidatas a la Presidencia y Congreso de la República no dicen nada, quizás porque no saben qué hacer o no les interesa; la actual coyuntura evidencia lo lejos que estamos de cubrir estas necesidades básicas de la población.

Según el Plan Bicentenario la cobertura en agua potable y alcantarillado debería alcanzar el 85% y 79%, respectivamente, sin embargo, más de 3,6 millones de la población del país no cuenta con este importante líquido elemento, acentuándose esta realidad en la zona rural con 58% (ENAHO 2018).

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En el departamento de Piura, este escenario no es ajeno. En distritos como Canchaque y San Miguel de El Faique el 45.1% y 34.7% de la población, respectivamente, no cuentan con este servicio por red pública dentro y fuera de la vivienda, siendo inevitable el riesgo para su salud al consumir agua de mala calidad del río, acequias, canales, pilón o cisterna.

Estas carencias, superan el promedio regional y no facilitan la implementación de los protocolos de prevención e higiene necesarios para hacerle frente a la emergencia ocasionada por la Covid-19. Además, dentro de la familia esta deficiencia no afecta a todos y todas sus integrantes por igual: cuando el agua entubada llega turbia, son las mujeres y niñas, quienes se encargan de acarrearla y almacenarla, teniendo que movilizarse hasta el canal o quebrada, especialmente en épocas de lluvia. Además, son las que usan el agua para el lavado de la ropa, cocina, aseo personal, baño, riego de plantas y dar de beber a los animales.

El estudio del INEI 2018, “Perú: Formas de Acceso al Agua y Saneamiento Básico”, es categórico al señalar que “el tiempo dedicado a acarrear agua representa un costo para la salud, productividad, y en muchos casos, oportunidades educacionales, una carga que es absorbida principalmente por mujeres y niñas”. Sin duda alguna, cerrar una brecha como esta es vital, siempre y cuando la miremos con lentes de igualdad.

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