«La reconstrucción de los piuranos» | Opinión

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Escribe: Victor Hugo Miranda, S.J.
Coordinador de la Plataforma Apostólica de Piura

Al vivir en Piura es inevitable que mucha gente de otros lugares te pregunte si todo sigue tan grave como antes o si lo peor ya pasó. En efecto ya no hay lluvias con truenos ni relámpagos y el río no se ha vuelto a desbordar. Pero eso no quiere decir que la emergencia en Piura haya terminado. Como ya no estamos en la primera plana de los diarios nacionales pareciera que como cantaba Héctor Lavoe somos un “periódico de ayer”.

Sin embargo los problemas que afrontamos los ciudadanos que vivimos en Piura siguen siendo graves y necesitan atención inmediata. Como dice un sacerdote jesuita que lleva trabajando en Piura más de cuarenta años, la emergencia nos va a durar no solo un par de meses, sino probablemente los próximos tres años. Y debemos hacernos conscientes de esta realidad.

Estamos ahora en la etapa de la reconstrucción. Pero de qué hablamos cuando decimos que vamos a reconstruir Piura cuando pareciera que todo está por rehacerse. Se necesitan viviendas para las familias a las que hay que reubicar. Hay que implementar escuelas que puedan acoger a niños y adolescentes en etapa de formación. Y además se requiere adecuar centros de salud que puedan responder a las epidemias como el dengue que sigue causando muertes. Pero sobre todo lo que hay que reconstruir, además de pistas, puentes y diques, es a las personas, que tras lo sucedido han quedado totalmente quebradas.

Para los más pequeños la lluvia ha dejado de ser una bendición para convertirse en sinónimo de muerte. Muchos tienen pesadillas y se la pasan preguntando si el río volverá a desbordarse y a dónde irán después de eso. Hay quienes han visto al río llevarse sus casas, sus pertenencias, sus animalitos, sus chacras, y hasta a sus familiares.

Los piuranos de nacimiento y los que estamos aquí por adopción hemos sido duramente golpeados por el Niño Costero. A todos nos ha afectado de una o de otra manera. Todos necesitamos curarnos, reconstituirnos, sobre todo los más pequeños y los más vulnerables. Eso es algo que no deberíamos descuidar ni dejar de lado cuando hablemos de la reconstrucción de Piura.