Joven de Yungay usa juegos para difundir valores y consolidar su identidad indígena

Lordani Barrón Moreno (20 años de edad) del distrito de Yanama, provincia de Yungay, en Áncash, notó que los niños ya no jugaban como antes, con las tradiciones lúdicas de sus antepasados, sino que lo hacían casi sin interactuar entre ellos y también vio que cada vez se habla menos el quechua ancashino, la lengua originaria de su tierra natal.

Entonces, recordó los juegos tradicionales andinos que disfrutó de niña como es el Kiwi y el Chipi Chipi “¿Qué podemos hacer para que no se pierdan estos conocimientos? Si es que no los compartimos y valoramos, prácticamente se olvidarán, como si no hubieran existido”, pensó Lordani, quien estudia Educación Intercultural Bilingüe, nivel primaria, en la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo, becada por “Beca 18” del “Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación”

Por tal motivo, trabaja en un proyecto que busca revalorizar los juegos andinos empleándolos como una estrategia de aprendizaje, de consolidación de la identidad cultural y de difusión de valores en los escolares de educación primaria. Cabe señalar que las Naciones Unidas conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas cada 9 de agosto.

Kiwi y chipi-chipi

El análisis que ha iniciado abarca a una variedad de juegos andinos, entre los que se encuentra el kiwi, que desarrolla el trabajo en equipo, establece roles y responsabilidades y fomenta la rapidez en los niños. Otro es el chipi-chipi, parecido a la gallinita ciega, que, además de las anteriores características, también ayuda a desarrollar la intuición al tratar de identificar a compañeros con el sentido del tacto o los sonidos que se puedan emitir durante el juego, así como la confianza entre ellos.

En la lista también se encuentra los pollitos y el gavilán, parecido a la mamá gallina y los pollitos, con el que se desarrolla la imaginación, así como el entender sobre el cuidado mutuo que debe de existir entre las personas, descartando toda clase de violencia.

“Los juegos ayudan mucho a que el niño se sienta como en familia, para que no sea excluido del grupo. Uno de los lugares en que los niños se encuentran en contacto es en el colegio, este espacio es ideal para emplear estos juegos”, sostiene la estudiante, y añade que el rol de la familia es crucial para lograr estos objetivos, y para consolidar la identidad cultural desde las costumbres y el uso de las lenguas.

Lordani considera que la información de estos juegos, que incluye su metodología y objetivo de aplicación, pueden plasmarse en un producto impreso, ya sea un libro o folletos con traducción al quechua u otras lenguas originarias y al español, para que más niños del país puedan conocerlos.

Lordani precisa que estas actividades, aparte de ser una herencia de los antepasados andinos, trae ventajas al fomentar habilidades en los niños; así como al mejorar su convivencia escolar y social, su ingenio e intelecto, y fijar su identidad personal y cultural. Pero, sobre todo, enseña valores como el trabajo en equipo, la empatía y la solidaridad, los que predominaban en las comunidades indígenas.

La talento de Áncash señala que este proyecto será el que presente como su tesis para graduarse de su carrera, la que lleva con éxito con el apoyo de la beca del Pronabec, a la que accedió cuando tenía 17 años y le permite estudiar sin preocupaciones económicas.

“Las mujeres defensoras trabajamos con la tierra, el agua, la luz y luchamos por nuestros pueblos”