Día de los difuntos en la waka de los ancestros

Ayavaca no estuvo ajena a estos homenajes a los muertos, puesto que etimológicamente viene de dos voces del Runa Simi: Aya= Ancestro y Waka= Lugar sagrado.

Para las comunidades sus ancestros no están muertos, porque se comunican con ellos a través de sus semejantes que continúan con nosotros.

En este mundo alienado y de pérdida de la identidad, aun superviven nuestras costumbres y tradiciones en nuestras comunidades indígenas. Las costumbres ancestrales y milenarias no se han perdido, lo que significa que la globalización no las han vencido.

Para la confederación del Tawaintisuyu el mes de noviembre era el duodécimo mes del año denominado Aya Marcay Killa, era la Luna de la Fiesta de la Provincia de Ayamarca, tiempo en que regaban los campos y se dedicaban a actos religiosos de culto a sus ancestros y honrar la memoria de los antepasados.

Sacaban a sus difuntos en procesión para que los acompañaran en esta fiesta, donde convivían agradecían y pedían que les acompañen en sus actividades agropecuarias, porque para ellos no existía la muerte, ni los difuntos dejaban de ejercer sus actividades.

AYAVACA 

Sin embargo, cada pueblo tenía sus propias formas de rendir homenaje a lo largo del extenso territorio. Ayavaca no estuvo ajena a estos homenajes puesto que etimológicamente viene de dos voces del Runa Simi: Aya= Ancestro y Waka= Lugar sagrado, deviniendo en el Lugar sagrado de los ancestros o antepasados, un nombre por el cual le da un carácter transcendental a la provincia de Ayavaca donde se conservan y rinden homenaje a sus seres queridos que partieron primero.

En las comunidades indígenas de Ayavaca -denominadas comunidades campesinas desde la reforma agraria de 1969- se continúa con este acto de la cosmovisión andino amazónica. Es así que en las comunidades de Suyupampa, Tacalpo, Aragoto, Huamba, Pite, entre otras, estas manifestaciones se preservan y continúan.

El día 01 de noviembre es denominado “Día de los Ángeles”. Recuerdo que el año 2004 fui a la comunidad de Suyupampa (región de la pampa) y vi el cementerio lleno de cruces de madera sobre la superficie del suelo, lo que indicaba que sus ancestros estaban bajo tierra, no en nichos superpuestos de cemento.

En esos momentos el señor José Melitón Gallo Guerrero, de 82 años, empezó a llamar a los “Ángeles” (niños y niñas) a que se acerquen a la cruz mayor situada en la parte superior, hacia el oeste del cementerio, haciéndolos formar en dos columnas, una de niños y otra de niñas.

Una vez formados los niños y niñas, llega “El Capitán” quién es un joven que encabeza la carrera y al llamado de: “Vamos a desfilar los ángeles” los ángeles salen corriendo cercando el cementerio y gritando: “Ángeles del cielo bajan, pan con queso queremos”. Luego de llegar nuevamente a la cruz, los deudos instalan una mesa que está llena de “rebanado”, conformado por plátanos mazapán (pan de maíz molido en batán de piedra) tamales, empanadas, queso, guarapo, miel de palo, dulce de leche con harina y empiezan a repartirlo a los que realizaron la carrera.

“La Carrera de los Ángeles” tiene un gran significado milenario, toda vez que los niños y niñas representan a sus semejantes que yacen bajo tierra, pero que gracias a su acción los deudos transmiten sus sentimientos a través de ellos y ellas; por lo cual, cuando terminan de correr los “Ángeles” les dan de comer como si estuvieran dándoles a sus hijos e hijas diciéndoles: “por mi Juan”, “por mi María”, según como se llamaba su hijo e hija.

El 02 de noviembre es denominado “Día de los Difuntos”. Por la mañana los deudos velan a sus seres queridos; a partir de las dos de la tarde se inicia la “Comilona” donde los deudos reparten comida a los asistentes que tengan la edad aproximada de sus seres que partieron primero. En esta “Comilona” nuevamente se expresan sus sentimientos y atenciones hacia los ancestros a través de las personas que asisten al cementerio.

El día 03 de noviembre es denominado “Día de la Gobernación”. Mientras se van haciendo los preparativos para el próximo año, los “Capitanes” y “Regidores” organizan un “Castillo” consistente en frutas y alimentos pendientes en aros que a su vez cuelgan en un árbol para rematarlos y con lo recaudado hacer una misa a las “Ánimas”.

Uno de los pobladores se tizna la cara con hollín, representando a un “Chuncho” (vendedor de plantas medicinales) que en la feria de octubre suelen venir de los pueblos amazónicos, y la gente le compra las plantas a un precio simbólico.

Luego salen los “Monos” (comuneros disfrazados con pieles de oveja o venado amarrados por la cintura por otro comunero) y empiezan a recorrer los ranchos para jugar con los asistentes “quitándoles” algún objeto o a un niño o niña que es llevado ante el “Capitán”.

Para poder recuperar lo “sustraído” los comuneros deben «rescatar», es decir hacer un rescate simbólico al Capitán y regidores. Todo lo recabado es para mandar hacer la Misa de Ánimas en la Iglesia de Ayavaca. Pasada esta recolección se nombra al siguiente “Capitán y Regidores” para que organicen el próximo año las acciones correspondientes, recibiendo del Capitán y Regidores «conserva» preparada para ellos. Luego continúa el reparto de comida a cargo de los deudos, expresándose todo un acto de reciprocidad.

Las actividades realizadas por la población de las comunidades de Ayavaca demuestran el sincretismo religioso que mantiene la cosmovisión andino amazónica con los símbolos cristianos, del amor a la Pachamama donde moran nuestros ancestros. Nos hace reflexionar profundamente y arribamos a la conclusión de que las costumbres ancestrales y milenarias no se han perdido, que la globalización no la ha vencido y que para las comunidades sus ancestros no están muertos, porque se comunican con ellos a través de sus semejantes que continúan con nosotros.

Autor: Mario Tabra. Cantautor, comunicador, escritor y activista ambiental originario del pueblo de Ayavaca..