“El mercado está maldito”, decía uno de los espectadores mientras las más de 30 tiendas de las galerías Anita, ubicadas en la avenida Blas de Atienza del mercado de Piura, eran consumidas por el fuego.
Y es que a las 11:20 de la mañana del último día de febrero, y a pocas horas de iniciar las mejores ventas por inicio del año escolar, nadie se imaginaba que volvería a ocurrir una tragedia similar a la del último 18 de diciembre, en donde más de 450 puestos del mercado anexo fueron arrasados por las llamas.
El humo que salía por las ventanas no solo generó que el público sacara su celular para lograr reacciones en las redes sociales, sino también provocó que algunos comerciantes desesperados empezaran a lanzarse del techo contiguo a la galería. El toldo del comercial Toblanca, fue utilizado a modo de resbaladizo para que los comerciantes pudieran deslizarse y ser atrapados por sus compañeros.
Sin embargo, y tal vez como un mea culpa, Angélica Palomino, una de las comerciantes de los exteriores, más que una maldición, dijo que la situación de la mayor parte de las galerías del complejo de mercados es preocupante ya que no cuenta con adecuados accesos de salida no con un plan contra incendios.
Esto se vio evidenciado a las 12:50 de la tarde, cuando un grupo, entre comerciantes y policías, con comba en mano, empezó a romper la pared izquierda de la galería para sacar la mercadería y evitar que el fuego se propague, pues de acuerdo al jefe de la Compañía de Bomberos de Piura, Juan Domingo Saldarriaga, Asimismo, el 60% de la mercadería era ropa sintética.
Hasta ese momento, los comerciantes de las tiendas aledañas no dudaron en retirar su mercadería, pues a pesar de las cinco unidades de bomberos y las cinco cisternas de la municipalidad de Piura, gobierno regional y Ejército Peruano, la idea de controlar el fuego parecía lejana.
El caos, el dolor y el llanto, sonaban en unísono en este espacio comercial, tan concurrido por los piuranos. A la 1:35 de la tarde, el fuego era incontrolable. Comerciantes y policías que trataban de tirar uno de los muros de la galería, fueron afectados por el humo. La gente respondió, cómplices de aquel trabajo, y comenzó a lanzarles botellas de agua para evitar que desfallecieran.
Las horas transcurrían y el jefe de bomberos de Piura, Juan Domingo Saldarriaga, comentó, cansado, que las galerías comerciales están protegidas contra robos, pero no para controlar incendios, lo cual imposibilita que se actúe con la rapidez necesaria.
Sin embargo, y como resaltó Martín Otero, de la División de Ornato de la comuna piurana, es necesaria una evaluación de la oficina de Defensa Civil, pues estas galerías tienen más de 30 años y necesitan cumplir nuevas recomendaciones.
Han pasado 72 días de la última tragedia y, al parecer, no se ve un horizonte claro en este tema. Los comerciantes del mercado anexo no saben cuánto tardarán en recuperarse, no solo económicamente, sino también anímicamente, cuando una nueva desgracia les golpea.
El problema no es nuevo.
Nuevo sería darle solución.
