Ayabaca: así celebran los carnavales en la tierra del Cautivito

Son las 3:00 de la tarde en un sector ubicado a 30 minutos de la ciudad de Ayabaca. Se llama Socchabamba Centro, y a esta hora de un domingo del mes de enero, su plataforma deportiva está rodeada de los vecinos del lugar y también de los sectores cercanos como Las Pampas, Progreso, Cunante, Pacainillo, Niebros, entre otros.

El trueno de los cuetes apura la llegada de las reinas del carnaval Virgen de Fátima 2020. Resuenan en este pueblo ubicado en medio de cerros, y anuncian que la alegría y diversión del tradicional carnaval está a punto de comenzar.

Todo está listo. La yunza, este año fueron dos, están decoradas, llenas de regalos para todos. Las reinas de carnaval, simpatía y juventud han terminado de darse el último retoque y sus acompañantes, cancilleres o pajes como se le conoce, también están listos para ingresar y ocupar el escenario principal.

Así es señores, carnavales no solo hay en el Bajo Piura. También los hay en la sierra de Piura. Se viven con alegría, juego, música, baile, y sobre todo un cálido compartir entre comuneros para no dejar apagar estas hermosas tradiciones que son parte de la identidad culturas de los pobladores de la sierra.

La fecha de inicio de los carnavales en esta comunidad de Ayabaca es el 20 de enero. Siempre empieza el sector de Socchabamba Centro, luego le sigue Las Pampas, Cunante, Progreso y así hasta terminar las celebraciones en marzo.

Los pobladores más antiguos narran que el carnaval empezaba un sábado por la noche. Los pobladores participaban de una ceremonia religiosa en la iglesia del sector, siempre en honor a la Nuestra Señora de Fátima, patrona del pueblo. Luego presentaban a la reina, su canciller: sus dos damas y sus pajes. Así era antes. Ahora son tres reinas.

Además, esa noche se presentaban números artísticos; la reina y damas, sus familias, y los vecinos, repartían mazapanes con queso y café, umitas (o también conocidos como zambates) con queso, tortillas con queso, o sándwich de queso. Mientras que la comunidad presentaba un muñeco armado que le llamaban el “Ño Carnavalon”. Este iba a ser quemado el domingo, mientras su viuda, un hombre disfrazado de mujer, lloraba su partida mientras leían el testamento.

Nombrar a la reina y sus damas también tenía todo un protocolo. Los representantes de la comunidad, liderados por el coordinador de la iglesia, provistos de un coctel a base de cañazo o de un vino, acudían a la vivienda de las jóvenes elegidas para reinas, y los jóvenes elegidos como acompañantes; y les pedían a sus padres que colaboren con la comunidad.

Los años han pasado y estas costumbres se han dejado de lado. Por un lado, porque los pueblos se van despoblando por el fenómeno de la migración. Ahora, ya no se realiza la verbena previa al día central; ahora son tres reinas, las mismas que son nombradas por las actuales para el siguiente año.

Pese a esto, el espíritu del carnaval sigue siendo el mismo. Reunir a los comuneros, a los residentes que llegan de las diferentes partes del Perú; compartir un día de alegría y recordar los bellos momentos vividos en esta tierra de encanto y tradición.

En este domingo del enero del 2020, ya pasaron las 3:00 de la tarde. Las reinas y sus acompañantes han llegado a la plataforma central, tomaron su lugar. Y los organizadores dieron la venia para la repartición de los mazapanes con queso. Los principales agasajados siempre son los de la mesa de honor, pero todos los asistentes reciben un poquito de cada cosa.

Los minutos han pasado, y el maestro de ceremonias invita a las reinas para su coronación, la cual siempre está a cargo de personajes representativos de Socchabamba. Luego cada una se dirige a la comunidad agradeciendo a sus padres, motivando a preservar las tradiciones, e invitando a los asistentes a disfrutar del carnaval. En este punto entregan el baile en torno a la yunza.

Han pasados unos cuartos de hora y el momento del juego ha llegado. Para ello las reinas, los cancilleres y las familias se han agenciado de un frasco de talco el cual lo van echando a todos los asistentes a la fiesta. Por si el juego se sale de control, algunos asistentes también tienen el suyo y con la frase “¡carnavales!” la diversión se va propagando en todo el lugar.

 

Los niños también están presentes en la celebración. Las reinas y los cancilleres llevan caramelos y otras golosinas para todos.

El sol se va ocultando y el baile continúa. Al término de cada pieza musical se da un hachazo a la yunza. Luego de varios intentos el árbol por fin cae y los asistentes se abarrotan sobre el para hacerse acreedor de un regalo.

La yunza es puesta por un padrino quien se encarga de conseguir un árbol, decorarlo y llenarlo de regalos, que pueden ir desde una prenda de vestir, utensilios para la cocina, frutas y algo de comer.

Está sonando una cumbia sanjuanera del grupo musical del momento, y antes de que la noche se oculte, es momento de conocer a las reinas y a los cancilleres de la fiesta de carnaval del próximo año. Las actuales reinas y cancilleres van al escenario y pronuncia el nombre de la jovencita que ocupará el siguiente año.

Mientras pienso esto, la música suena y la cerveza va y viene. Ya han pasado las 7:00 de la noche y es momento de repartir el estofado con arroz y yucas. Puede ser de cabrito, res, cordero, o mi preferido, el de gallina. El ambiente está en su punto, pues, aunque es época lluviosa, esta vez no cayó una gota, y si así hubiera dado no iba a ser impedimento para reír y bailar.

Faltaban dos horas para el lunes, día de trabajo en la ciudad, y esto me obligó a dejar la diversión. Antes de dar el último parpadeo de este domingo, la música sanjuanera seguía sonando en la plataforma del sector Socchabamba Centro.

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