Opinión: «La corrupción, el principal enemigo del Perú»

Lee este comentario del abogado Federico Chunga Fiestas, colaborador de CUTIVALÚ.

(Foto: Perú.21)

Escribe: Federico Chunga Fiestas

El último sábado, durante la presentación de la «Agenda del Bicentenario» en Ayacucho, el Presidente de la República, Martín Vizcarra, afirmó que “la lucha frontal contra la corrupción” debe ser el primer objetivo del país de cara al 2021. Textualmente dijo: “Hace 200 años que unidos logramos el inicio de vida republicana independiente. Es el momento de que, como peruanos y peruanas, asumamos el compromiso de independizarnos del yugo de la corrupción”.

Este mensaje es potente y es una gran verdad. Durante toda su historia republicana, el Perú ha tenido innumerables problemas. Algunos como el terrorismo fueron superados, otros como la pobreza y las profundas desigualdades continúan, pero sobre ellos hay avances tangibles.

La seguridad ciudadana, por ejemplo, hoy un tema de extrema gravedad en algunas ciudades, no existía como tal hace medio siglo. La corrupción, sin embargo, es tal vez el único defecto nacional que acompaña a la República desde antes de su nacimiento, sin que se haya tenido éxito en combatirla. Hoy, incluso, podríamos afirmar que ha alcanzado su mayor nivel.

Como lo probó el fallecido economista Alfonso Quiroz en su libro “Historia de la corrupción en el Perú”, este flagelo explica en gran parte el subdesarrollo del país. A causa de ella, nos dice Quiroz, se habría perdido al año entre el 3 y el 4 % del Producto Bruto Interno. Si pensamos que eso ha ocurrido en cada uno de nuestros casi 200 años de República, eso significa que a estas alturas de nuestra historia, el Perú se ha perdido, por esta causa, de ser un país del primer mundo.

Por eso es importante entender que la corrupción es el primer enemigo a vencer, pues mientras ella se siga afianzando, ninguna política pública podrá rendir frutos. Ella es la principal responsable de que el sistema de salud sea incapaz de atender las necesidades de toda la población, de que no tengamos un sistema educativo de alto nivel, de que el Estado no pueda brindar servicios óptimos en municipalidades, comisarías y postas médicas.

Entender la magnitud del reto es una condición para salir del subdesarrollo. Por eso hace bien el Presidente en transmitir con claridad su objetivo y en explicar que las cuatro reformas constitucionales que serán llevadas a referendo en menos de un mes están directamente vinculadas con este.

Lo que demuestra el cada vez más alto respaldo de la población a la figura presidencial, que ha levantado esta bandera, es que los peruanos hemos entendido ya que si no tenemos éxito contra la corrupción, nada mejorará: no tendremos ni mejores servicios ni la posibilidad de ejercer nuestros derechos más básicos. Corresponde, entonces, hacer los máximos esfuerzos para que vayan a la cárcel quienes han usado al Estado para enriquecerse, pero también para instalar en nuestras casas, colegios, centros de trabajo y en cada espacio social, una cultura de integridad, una consciencia clara de que la corrupción es el principal enemigo de nuestro desarrollo personal y nacional.

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