
Por: Wilmer Fernández, director de Cutivalú
El titular del diario La República de este domingo, “Ratero se persigna antes de asaltar a una mujer en Piura y termina detenido por la Policía”, puede sorprendernos, hacernos reír o indignarnos. Sin embargo, más allá de lo pintoresco de la noticia, esto debería invitarnos a reflexionar profundamente sobre la crisis de inseguridad ciudadana que enfrentamos los peruanos y peruanas, considerando todos los factores que contribuyen a esta realidad violenta.
No es la primera vez que se observa a un delincuente persignarse antes de cometer un delito. ¿Qué significa esto? ¿Robar en nombre de Dios? ¿Buscar su bendición? ¿O será que el ladrón es, en esencia, una persona como cualquier otra? Los delincuentes no vienen de otro planeta; provienen de nuestros hogares, escuelas, calles y familias.
«Es crucial destacar que, en un contexto de inseguridad ciudadana generalizada, todos y todas somos víctimas. El problema no se reduce a distinguir entre buenos y malos, víctimas y victimarios, criminales y no criminales»
Es crucial destacar que, en un contexto de inseguridad ciudadana generalizada, todos y todas somos víctimas. El problema no se reduce a distinguir entre buenos y malos, víctimas y victimarios, criminales y no criminales. La violencia en nuestra sociedad adopta múltiples formas, muchas de las cuales permanecen invisibilizadas en la familia, la escuela, las instituciones o las calles, y generan condiciones para más violencia. Por ejemplo, en el ámbito familiar, persiste la violencia de hombres contra mujeres, así como la violencia física y sexual contra niños, niñas y adolescentes. En las empresas, los bajos salarios, la falta de reconocimiento de derechos laborales y la inseguridad en el trabajo son formas de violencia.
«Un Estado que ignora las necesidades de su población ejerce violencia. Incluso, los medios de comunicación contribuyen a este problema, cuando no dicen la verdad o priorizan el sensacionalismo, buscan “likes” o, sobornados, silencian las agendas ciudadanas»
Desde el Estado, la ausencia de políticas para generar empleo, combatir la pobreza, la corrupción o la indiferencia ante los reclamos ciudadanos, también son violencia. La inseguridad ciudadana se agrava cuando un juez no imparte justicia, un fiscal actúa con parcialidad o negligencia, o un funcionario público no cumple con sus responsabilidades. Un Estado que ignora las necesidades de su población ejerce violencia. Incluso, los medios de comunicación contribuyen a este problema, cuando no dicen la verdad o priorizan el sensacionalismo, buscan “likes” o, sobornados, silencian las agendas ciudadanas. Todas estas formas de violencia invisibilizadas por las narrativas de los medios de comunicación y por las autoridades políticas, son caldo de cultivo para que haya un delincuente en la calle asesinando o robando a otro ciudadano o ciudadana.
No pretendo justificar a los criminales, sino invitar a mirar el problema de manera más amplia, considerando factores que, a menudo, pasamos por alto al intentar comprender y solucionar la inseguridad ciudadana.
«Los criminales, ya sean ladrones, asesinos o los “delincuentes de corbata” que gobiernan, no vienen de otro planeta. Muchos crecieron en entornos de violencia, con pocas oportunidades para salir adelante, o normalizaron la violencia que sufrieron»
Concluyo con una verdad incómoda: los criminales, ya sean ladrones, asesinos o los “delincuentes de corbata” que gobiernan, no vienen de otro planeta. Son hijos, hijas, hermanos, hermanas, tíos, tías, padres o madres; tienen familias. Muchos crecieron en entornos de violencia, con pocas oportunidades para salir adelante, o normalizaron la violencia que sufrieron. Pasaron por escuelas con educación de baja calidad, donde enfrentaron violencia psicológica, sexual o física; acudieron a centros de salud donde fueron mal atendidos o no recibieron medicamentos; buscaron empleo en empresas que les cerraron las puertas. El Estado, en muchos casos, les negó oportunidades económicas.
Cuando dejemos de tratar a los delincuentes como seres de otro mundo y reconozcamos que son producto de nuestra sociedad, estaremos más cerca de encontrar soluciones a largo plazo para la inseguridad ciudadana.