Hoy se celebran 200 años de la Batalla de Ayacucho. Éste fue el mayor hecho militar que selló la independencia del Perú y de todo un continente.
Era el 9 de diciembre de 1824, cuando 6000 hombres del Ejército Libertador y 9000 españoles se enfrentaron en la Pampa de la Quinua.
El Ejército Libertador del Perú, comandado por Antonio José de Sucre, con el ímpetu y deseo de ser libres, venció al ejército realista. Con ello, terminó con el régimen virreinal de España. De esta forma, el último bastión español cae gracias a la unidad y patriotismo de diversas naciones sudamericanas, convirtiéndose en un verdadero símbolo del valor y esfuerzo.
En el Perú, la lucha por la independencia había sido larga y difícil. Hubo varios fracasos y una persistente presencia del ejército realista, que aún controlaba vastas zonas del país. Mientras tanto, en otros lugares de Sudamérica, los patriotas, bajo la dirección de líderes como Simón Bolívar y José de San Martín, también luchaban por la independencia, pero el control de las fuerzas españolas seguía siendo firme.
Con apoyo en la geografía de Ayacucho, Sucre impactó de lleno en el ejército español, con el esfuerzo de los Granaderos a Caballo y los Húsares de Junín. Ellos desarticularon las líneas enemigas con una carga devastadora. El resultado de este encuentro dejó 1400 bajas en el ejército realista, frente a los 300 decesos que sufrió el ejército libertador.
Después de esto, el virrey La Serna fue capturado, tras quedar herido en combate. El general Canterac quedó al mando del ejército realista, intentado reorganizar las escuadras, pero todo fue inútil. Luego vino la firma de la Capitulación de Ayacucho, un documento que contemplaba 18 acuerdos que sentaba la rendición del ejército español.
El general ® EP Juan Urbano Revilla, directivo del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú, expresó en una entrevista lo siguiente:
«En los campos de la Quinua quedó sellada a sangre y fuego la libertad de América. Y es allí donde confluyó la mayor arquitectura militar forjada desde el abismo de la incertidumbre en 1823. El ejército patriota estaba compuesto de soldados peruanos y gran colombianos, así como efectivos rioplatenses y chilenos, que llegaron con el ejército de San Martín. Se cubrieron de gloria el 9 de diciembre de 1824, ante el enemigo realista, que llevaba 14 años de lucha contrarrevolucionaria en el continente».
Tras esta batalla, más de 3 mil soldados realistas quedaron como prisioneros de guerra. El historiador Percy Cayo cuenta, en “Memorias del general Guillermo Miller” (1975), que los generales y coroneles español quedaron también como prisioneros.
“Poco antes de ponerse el sol, el general Canterac pidió una suspensión de armas para entrar en capitulación. Una hora después bajó personalmente a caballo a la tienda del general Sucre. Acordaron una capitulación, por la cual quedaban prisioneros de guerra los generales La Serna, Canterac, Valdez, Carratalá, Monet, Villalobos, 16 coroneles. También, 68 tenientes coroneles, 484 oficiales y 3, 200 soldados, cabos y sargentos. El resto se había dispersado”.
De esta forma, se obtiene la independencia del Perú, recordando el valor y la entrega de los soldados peruanos, quienes dieron su vida al lado de efectivos de otros países sudamericanos, quienes buscaban expulsar a los realistas de este continente.
El presidente del Perú de 1928, Augusto B. Leguía, decretó el 9 de diciembre de cada año como “Día del Ejército”, por su valor y honor para defender su patria.