
Por: Wilmer Fernández, director de Cutivalú
La muerte campea en las calles de nuestro país todos los días las 24 horas. Esa muerte que no es natural, sino esa que trunca violentamente la vida de los peruanos y peruanas. Esa muerte que no es justa, que no debería ocurrir jamás. Esa muerte provocada por la inseguridad ciudadana, por la criminalidad, por la permisividad normativa de delitos en todas sus formas, por la indiferencia de nuestras autoridades políticas, por la ineficacia e incapacidad de esa coalición fujimorista, acuñista y cerronista que hoy gobierna el país con la frivolidad mayor jamás nunca vista en nuestra historia peruana.
La muerte que campea nuestras calles, no es natural, no es justificable con nada ni por nada, esa muerte debe ser cobrada con la mayor justicia no sólo a los delincuentes que la provocan, sino a las autoridades políticas que han hecho del Perú un Estado permisivo, que favorece la impunidad del que roba, del que mata, del que comete actos de corrupción, del extorsionista. Dina Boluarte y el Congreso de la República, además de odiar a la gente peruana y ser incapaces de resolver los problemas del país, han cambiado la constitución política para favorecer todo el mal que genera dolor y muerte en los peruanos y peruanas.
«En el Perú de hoy hay 6 homicidios por día. Este fin de semana, en un sólo día supimos de 13 asesinados en La Libertad, en Pataz«
¿Quiénes son las víctimas? No son todos y todas las peruanas. Las víctimas son las y los peruanos de a pie, mujeres y hombres luchadores, que cada día se levantan a trabajar en diversas actividades para hacer posible la vida de sus familias. No hablo aquí de peruanos o peruanas como la presidenta Dina Boluarte y los ministros/as, ni de los y las congresistas. A todos ellos les pagamos seguridad policial. Siempre van por las calles rodeados de policías. Sus casas están rodeadas de policías. Tampoco hablamos de los millonarios del país, esos que hoy cogobiernan también el país. Ellos también van rodeados de seguridad. Todos ellos no saben qué es la inseguridad de la vida. Esto explica la actitud negacionista de estos grupos frente problema de la inseguridad ciudadana. Sino, ¿cómo se podría explicar que un político recomiende a los choferes poner parabrizas blindadas en los carros, o que un ministro diga que por su casa no ve inseguridad ciudadana, o que un congresista diga que los delincuentes peruanos ataquen a los delincuentes venezolanos? Esto que menciono es cierto e inaudito.
Aquí hablo de los peruanos y peruanas que realmente sufren que, como decía una analista en Radio Cutivalú, tienen un “trabajo de sobrevivencia”. La criminalidad sale de la pobreza, de la falta de oportunidades, y ataca allí donde hay pobreza, donde el Estado peruano no llega para nada.
En el Perú de hoy hay 6 homicidios por día. Este fin de semana, en un sólo día supimos de 13 asesinados en La Libertad, en Pataz. Sin importar cual sea, la causa es violencia y criminal: extorsión, conflictos entre mineros informales, minería informal, no importa, es violencia en una situación de un Estado permisivo de la criminalidad. Hoy lamentamos la muerte de 13 mineros más, cuya vida no valió nada para la empresa que los contrataba, ni para el Estado, a pesar que se supo que estaban cautivos desde el 26 de abril. Talvez se piensa que la muerte de estos peruanos no cambia en nada las cosas. La empresa contratará nuevos trabajadores, las autoridades seguirán trabajando para blindarse de sus propios delitos y los peruanos seguiremos viviendo en un Estado, cuyas instituciones están copadas por gente incapaz profesional y moralmente. La falta de empatía con el dolor del otro seguirá incrementándose hasta que la muerte nos toque la familia.
No obstante, no nos podemos quedar paralizados. Primero, debemos organizarnos comunalmente contra la inseguridad ciudadana. El mejor servicio de inteligencia lo tienen las familias del barrio. Saben quienes son los delincuentes. Se pueden activar las rondas urbanas y campesinas. En ellas debemos participar todos y todas. Esto es un buen acto de ciudadanía.
En segundo lugar, en las elecciones que vienen debemos sacar del Estado a todos y todas las políticas delincuentes que están saqueando el Estado y que para protegerse han creado un marco legal permisivo que favorece la impunidad del delincuente. Debemos identificar a los actuales congresistas, ministros, y sus partidos políticos y no votar por ellos. Así podrán rendir a la justicia cuando dejen sus cargos que hoy los protegen.