¿La mendicidad es pobreza o trata de personas?

    Por: Ortelia Valladolid Bran, coordinadora del área de Incidencia y Desarrollo de Cutivalú

    La mendicidad es un fenómeno que resulta de contextos de pobreza, desplazamiento forzado, conflicto armado o flujos migratorios y no es, en sí, una vulneración de derechos; sin embargo, expone a niñas, niños y adolescentes a situaciones de amenaza o riesgo.

    Se entiende como la práctica de pedir limosna. En ese sentido, para que la mendicidad tenga lugar tiene que haber dos participantes: la o el mendigo; y el o la persona que da.

    En este contexto, Piura es considerada una región muy religiosa por la existencia del Señor Cautivo y la Virgen de las Mercedes, festividades que hacen que muchas personas den limosna incluso por apariencia. Y en este mes navideño, este fenómeno se incrementa mucho más, las calles de las ciudades se llenan de personas mendigando.

    Sin embargo, de acuerdo a la ley 28950, ley para la atención de la trata de personas, la mendicidad también es una finalidad de este delito, hay personas detrás beneficiándose con mucho dinero.

    De acuerdo al diagnóstico del 2022 de la OIM y diagnostico 2022 Promsex, la mendicidad se desarrolla fundamentalmente en las zonas urbanas, generalmente por mujeres con niñas y niños pequeños, algunos de ellas y ellos en brazos, quienes solicitan dinero a transeúntes y choferes, mientras que, en otras ocasiones, se observan a niños y niñas que venden golosinas u ofrecen limpiar el parabrisas a cambio de una propina.

    Se carece de estadísticas al respecto, sin embargo, se coincide en señalar que ocho de cada diez personas que mendigan son ciudadanas/as refugiados o migrantes en situación de pobreza, debido a diversos factores como la pérdida de medios de vida, la falta de oportunidades de empleo, la situación migratoria irregular, la falta de servicios de cuidado diurno para sus hijos pequeños, entre otros. Es precisamente esta situación que permite a las y los tratantes aprovecharse para explotarles.

    La percepción ciudadana es que se trata de una actividad creciente, que progresivamente se empieza a naturalizar y valorar como una alternativa de sobrevivencia. Sin embargo, la mendicidad puede encubrir muchas veces actos de explotación, así como de riesgo y desprotección familiar tal como lo establece la legislación peruana.

    La mendicidad no constituye un hecho exclusivo del departamento de Piura, se percibe como una actividad que se ha incrementado a nivel nacional, particularmente asociada a personas refugiadas y migrantes. Existen testimonios y comentarios de personas como por ejemplo “Se turnan papá y mamá con los niños para pedir limosna y también alquilan a sus hijitos o ya tienen a un grupito, a veces están enfermitos y los mantienen dormiditos para que no molesten”, esta situación la podemos evidenciar cuando caminamos por las calles y vemos a estas niñas, niños, personas con discapacidad o adultos mayores en condiciones desmejoradas.

    Respecto a la población migrante, un ciudadano venezolano señala: “Cuando inició la pandemia, llegué con mi esposa (…) y mis tres hijos de 12 y 6 años y una pequeña de 8 meses. Todos tenemos que salir a pedir limosna a la calle y juntar entre 40 a 50 soles diarios para poder comer. A veces no podemos reunirlo y solo comen mis hijos. La situación es dura».

    Si conoces de un caso con caracterizas de trata de personas, denunciar a la comisaria más   cercana o llamar a la línea 18 18. Salvemos vidas.