La autonomía económica de la mujer es esencial para prevenir la violencia

Por: Nidia Coronado, especialista en emprendimiento del Proyecto: «Mujeres trabajando por la igualdad»

En el Perú, de acuerdo con las cifras del INEI para el año 2020, el porcentaje de mujeres sin ingresos propios fue del 36%, mientras que la de los hombres fue del 19.7%. Asimismo, en dicho período la tasa de participación de las mujeres en el mercado de trabajo fue de 55%, mientras que la de los hombres fue de 76.2%.

La autonomía económica se entiende como la capacidad para generar ingresos sobre la base de un trabajo remunerado; el cual permitiría a las mujeres tener la posibilidad de contar con recursos propios y tomar decisiones de manera independiente, siendo clave para su autonomía física (control sobre su cuerpo) y de decisión; lograr su bienestar y el de su familia, así como salir de círculos de violencia.

En ese sentido, la Política Nacional de Igualdad de Género (aprobada en el 2019), se refiere al uso del tiempo y señala que “la alta participación de las mujeres en el trabajo doméstico no remunerado les genera una dependencia económica que establece patrones de asimetría y refuerza relaciones de poder con respecto a sus pares masculinos”.

Asimismo, afirma que “las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de dedicarse al trabajo de baja productividad, el cual se caracteriza por ser precario, inestable y mal remunerado; además, en su mayoría implica ausencia de los beneficios sociales legales que generalmente conlleva el trabajo asalariado”.

Ante esta realidad, es preciso tomar en cuenta que las mujeres tienen mayores dificultades para ingresar y permanecer en el mercado laboral, así como para acceder a recursos, y que este no es un tema que dependa, única o principalmente, de su voluntad. Por dicha razón, es preciso analizar las barreras específicas que enfrentan las mujeres para lograr su autonomía económica, con la finalidad de reducirlas con acciones diferenciadas.

Por lo antes mencionado, el logro de la autonomía económica de las mujeres es un factor central (mas no el único) para avanzar hacia la igualdad, siendo indispensable para ello el contar con un Sistema Nacional de Cuidado, que permita a las mujeres tener mayor libertad para decidir sobre ellas, su uso del tiempo y tener la posibilidad de generar y disponer de sus propios recursos.