
Por: Wilmer Fernández – Director de Cutivalú
El estado peruano está perdiendo soberanía sobre el territorio nacional. Nuestro país es hoy tierra de nadie, mejor dicho, tierra de las organizaciones mafiosas y criminales, quienes extorsionan, asesinan, raptan a la gente. Estas organizaciones, ante la ausencia del Estado, se distribuyen el territorio de acuerdo a los intereses de sus negocios: venta de drogas, cobro de cupos, trata de personas en las zonas urbanas.
En las zonas rurales están las madereras ilegales, las mineras ilegales. Todas ejercen dominio territorial con la fuerza de las armas y la violencia. Nadie quiere hablar sobre ellas, menos denunciar, puesto que aplican la violencia y el asesinato a quienes osen enfrentarlos. ¿Cómo generar emprendimientos, desarrollo económico y formalidad en un territorio en que las y los emprendedores deben pagar impuestos al Estado y cupos a las organizaciones criminales? ¿Cómo puede un Estado que no garantiza seguridad a su ciudadanía exigir formalidad y el pago de impuestos?

Mientras tanto, la presidenta Dina Boluarte, sus ministros y los congresistas, amurallados por cientos de policías, tienen como única preocupación: protegerse unos a otros, esperando cobrar los 22 sueldos que quedan todavía hasta julio del 2026.
El pacto Dina Boluarte – Fuerza Popular – Alianza para el Progreso – Podemos Perú – Perú Libre, ha destruido la democracia en el Perú. Ha debilitado las instituciones que debían garantizar derechos a los peruanos y peruanas. Tienen bajo su poder al Tribunal Constitucional (TC), a la Defensoría del Pueblo. Han hecho leyes que protegen a las organizaciones criminales y promueve otras que son mafiosas, como aquellas que hacen minería ilegal y deforestan el bosque amazónico.
Respecto a la trata de personas, este Congreso ha propuesto que el Premier y los ministros del Interior y de la Mujer y Poblaciones Vulnerables no acudan ante el Pleno del Congreso a informar sobre sus acciones frente al delito de trata. No se quiere hablar de los problemas reales que afectan al país, como el delito de la trata de personas.
Mientras tanto, en el año 2024, según los informes de la Defensoría del Pueblo, las desapariciones de mujeres se han incrementado en 13%, en relación al año 2023. De enero a julio del 2024, en el Perú han sido reportadas como desaparecidas 3 mil 788 mujeres. Un promedio de 541 por mes. Esto es 18 mujeres por día. De esas 541 mujeres, 346 son menores de edad.
En Piura, el dato es también escalofriante: entre enero y julio del 2024 se han reportado 249 mujeres desaparecidas, esto es, 35 mujeres por mes. Asimismo, de cada 10 mujeres reportadas como desaparecidas, solo 5 retornan a sus casas. De las otras 5 no se vuelve a tener noticias, pues seguramente las organizaciones criminales las sacan del país para ser prostituidas. Las desapariciones de las mujeres están directamente relacionadas con la trata de personas. Con este delito no se puede negociar, no se puede ser tolerante.

Por eso, hoy, 23 de septiembre, día nacional contra la trata de personas, todos los peruanos y peruanas debemos, en primer lugar, tomar conciencia de que la trata es un delito contra la dignidad humana, que afecta principalmente a las personas más vulnerables, como las mujeres, niñas, niños y adolescentes.
En este delito confluyen diversos factores de riesgo, como la pobreza, inequidad, falta de oportunidades, desigualdad de género, violencia familiar, carencia de documentos de identidad, baja escolaridad, entre otros. Por eso, la trata debe incluirse en las agendas de todas las instituciones del Estado y de la sociedad civil.
La ciudadanía debe movilizarse ante cualquier alerta de desaparición de una persona. La policía nacional debe poner a trabajar a los servicios de inteligencia para detectar a las organizaciones que trafican con las mujeres, y no ponerlos a hacer reglaje a los enemigos de Dina Boluarte.
Los padres y madres de familia debemos hablar con los hijos e hijas sobre este delito. Y los nombres, de todas las edades, debemos sumarnos a una campaña de «sin clientes no hay trata». El día en que ningún hombre pague para tener sexo con una mujer, la prostitución dejará de ser un negocio fácil para los mafiosos.