Coronavirus: Organización Mundial de la Salud declara emergencia internacional

El comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra, declaró la emergencia internacional por el brote del coronavirus de Wuhan. Así lo anunció el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que ha justificado la decisión por la necesidad de una «acción global» que permita contener el imparable avance del virus.

Es la sexta vez que la OMS adopta esta medida tras hacerlo por la gripe A en todo el mundo (en 2009), la polio en Oriente Próximo, el ébola en África Occidental (2014), el zika en América (2016) y el pasado mes de julio contra el ébola en la República Democrática del Congo. Contra el SARS, en 2002, la OMS no tomó una decisión similar porque los mecanismos para hacerlo aún no estaban bien definidos.

El virus ha seguido creciendo imparable, no solo en la cantidad de personas y países afectados, sino que también se han registrado los primeros contagios fuera de China —en Alemania, Japón, Vietnam, Taiwán y Estados Unidos—, lo que ha roto uno de los principales argumentos utilizados por el comité.

Según el Reglamento Sanitario Internacional, la declaración de la emergencia debe hacerse cuando un evento «constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad» y este «podría exigir una respuesta internacional coordinada».

Para valorar si el evento es de suficiente gravedad se tienen en cuenta factores como su «gravedad en la salud pública», el «carácter inusitado o imprevisto», las «posibilidades de propagación internacional» y el «riesgo de restricciones a los viajes o al comercio», entre otros.

La declaración de la emergencia supone, según lo establecido en el mismo reglamento —de obligado cumplimiento para los países que lo han suscrito, que son la práctica totalidad de los miembros de la ONU—, la coordinación entre los países bajo el marco de la OMS en la elaboración y aplicación de medidas preventivas y planes de contingencia, algo que extiende sus efectos a cuestiones de enorme repercusión económica, política y social, como son el cierre y controles en fronteras, las restricciones en el movimiento de personas y mercancías, y la adopción de todo tipo de medidas de prevención, entre otras.

La desordenada evacuación de ciudadanos de otros países, el cierre de fronteras —Rusia cerró ayer los 4.300 kilómetros que comparte con China— o la decisión consecutiva de muchas aerolíneas de dejar de volar a China es «justo lo que no hay que hacer». «Es el peor de los escenarios. Las consecuencias económicas de estas restricciones desordenadas son devastadoras. Por eso es tan necesario que la OMS asuma el liderazgo», añade López Acuña.

El viaje a China de la cúpula de la OMS en los últimos días —encabezada por Ghebreyesus y el responsable de emergencias del organismo, Michael J. Ryan— se interpreta como «la preparación del terreno» para declarar la emergencia sin molestar a China.

En la rueda de prensa ofrecida a su regreso a Ginebra, Ryan ya dejó entrever el cambio de posición que se había impuesto en el organismo: «194 países adoptando de forma unilateral e individual medidas basadas en sus propias valoraciones de riesgo es una receta con un gran potencial de desastre político, económico y social», afirmó el responsable de emergencias de la OMS.

Sobre la posibilidad de declarar la emergencia, Ryan avanzó que «la gran ventaja de este enfoque es que pueden alinearse las medidas adoptadas por todos los países a la vez» lo que permite «implementar medidas basadas en la evidencia científica que frenan la expansión del virus mientras se minimiza el impacto en los viajes y el comercio».

La OMS incluso se plantea modificar el sistema vigente de la declaración de la emergencia internacional. «El actual funcionamiento es de sí o no y lo tenemos que revisar», afirmó Ghebreyesus, que se mostró más partidario de un «enfoque de semáforo que puede ayudar porque el ámbar es el aviso de que algo tiene que hacerse, pero aún no es el rojo».