Un crimen total

Oscar Altamirano, coordinador de Prensa de Cutivalú
Oscar Altamirano, coordinador de Prensa de Cutivalú

Por: Oscar Altamirano, coordinador de Prensa de Cutivalú

La región Piura se ha estremecido con el caso de los 5 adolescentes que fueron baleados el último sábado, cuando entraron, sin quererlo, a un terreno de propiedad privada. Este ataque, brutal, salvaje y alevoso, ocasionó la muerte de uno de los afectados. Un menor que tenía sueños y metas por cumplir.

La primera víctima de este caso es Jordan. Tenía 12 años. Sólo un año menos que mi hijo, pero tan solo ver su foto, sonriendo, nos dice lo carismático y vivaz que era este pequeño. Bastó que un grupo de sujetos armados se cruzaran en su camino para acabar con su felicidad y su vida.

«Bastó que un grupo de sujetos armados se cruzaran en su camino para acabar con su felicidad y su vida»

Aquí reconstruiremos su historia…

Era sábado. Habían pasado las 2 de la tarde. Jordan, junto a su primo Jherson, de 14 años, y tres amigos más, deciden ir a refrescarse al río, en el distrito de La Unión. El calor era insoportable. Luego de comprar unas gaseosas y otros dulces, alistan sus mochilas y se dirigen a un canal de riego. Todos suben a una mototaxi y se dirigen a divertirse. Uno de los adolescentes conduce la unidad. Todos ríen, sin presagiar que las risas luego se convertirían en llanto y dolor.

Ya tenían más de una hora gozando de las aguas del río. Algunos ya sentían hambre y querían almorzar. Salen del canal, recogen sus cosas y se embarcan nuevamente en la mototaxi, de regreso a casa. Las risas y carcajadas explotaban, por lo divertido que resultó estar en el canal. El camino no era fácil de encontrar. Dieron algunas vueltas y avanzaron, creyendo que ya estaban en el camino a casa. Pero, no era así. Habían ingresado a un fundo privado. Era el fundo Miragarzón. Habían confundido el camino.

De pronto, son detenidos por unos sujetos. Parecían vigilantes, aunque Jordan y sus amigos no sabían qué vigilaban, pues todo era plantaciones y frutales. Los detienen, los insultan, los atemorizan, los acusan de ladrones. Les arrebatan sus mochilas y les rebuscan todo. Los vigilantes querían encontrar algún arma que fundara su matonezco actuar. Pero al abrir las mochilas solo hallaron gaseosas y dulces. Era el refrigerio de la travesura de nadar en el canal.

«Estaban algo asustados por esa intervención. Pero, ni bien avanzaron unos cuantos metros en la mototaxi, se desató la pesadilla»

En ese primer momento, los sujetos dejaron avanzar a los adolescentes. Después de insultarnos y revisar sus pertenencias, prácticamente los expulsaron del lugar. Jordan y sus amigos continuaron su camino. Estaban algo asustados por esa intervención. Pero, ni bien avanzaron unos cuantos metros en la mototaxi, se desató la pesadilla.

Una ráfaga de perdigones rompió el silencio, impactando en todos los ocupantes de la unidad. Los adolescentes no sabían lo que pasaba. Sólo sentían el dolor de su carne rasgándose y arder, sangrando a borbotones.

Uno de los adolescentes, quien conducía la mototaxi, con el temor de ser alcanzado por lo que consideraba eran balas, avanzó rápido la unidad para salir del peligro. Logró llegar hasta el centro de salud de La Unión. El trayecto mismo era una escena desgarradora. El asiento de la mototaxi estaba bañado en sangre. Fue tanta la sangre que perdieron los menores que traspasó a la parte trasera del vehículo.

En el hospital, los médicos quedan estupefactos con la escena. Tres de los menores tenían heridas de perdigón. Pero Jordan y Jherson tenían heridas realmente mortales. Los perdigones habían impactado en la cabeza y rostro del pequeño Jordan, de 12 años. Fueron 10 perdigones que atravesaron su cráneo. Otros 15 perdigones perforaron sus pulmones. De solo pensarlo se me estremece el cuerpo. Su vida pendía de un hilo. Esto lo dejó en UCI del hospital.

«Pero la burocracia y el sistema de Salud en nuestro país suelen matar más rápido que las balas… o los perdigones» 

Su primo Jherson tenía un cuadro similar. Él fue alcanzado por 40 perdigonazos que perforaron su tórax y sus pulmones. Una salvajada total. Jordan y Jherson fueron derivados al hospital Santa Rosa, por la gravedad de sus heridas. Pero la burocracia y el sistema de Salud en nuestro país suelen matar más rápido que las balas… o los perdigones. 

Ambos primos llegaron al hospital Santa Rosa el día sábado por la noche. Debían ser operados inmediatamente. Pero hasta la mañana del lunes, tanto Jordan como Jherson seguían graves. Sólo estaban entubados. No hubo avances. 

Y como si se tratara de una intervención quirúrgica cualquiera, el director del hospital Santa Rosa informaba que, aparentemente, todo estaba bien. No habían pasado ni 30 minutos de sus declaraciones, cuando la familia de Jordan reportaba su fallecimiento. El corazón dio un vuelco. Los padres lloraban sin poder hacer nada al respecto. Sólo exigían justicia.

«El primo de Jordan, también pelea por su vida. Pelea contra las heridas y nuestro desabastecido sistema de salud. Pelea contra la falta de medicamentos»

Los vigilantes del fundo, que sí estaban armados, y sabiendo que los menores no representaban un peligro, abrieron fuego a matar. Dispararon sin mediar palabra. Descargaron sus armas de perdigones contra 5 menores, sin importarles sus edades ni sus rostros de niños. La muerte de Jordan nos deja un enorme dolor, por el nivel de salvajismo que mostraron las acciones de un grupo de sujetos armados.

Ahora, Jherson, el primo de Jordan, también pelea por su vida. Pelea contra las heridas y nuestro desabastecido sistema de salud. Pelea contra la falta de medicamentos, la falta de gasas, de inyecciones, de medicina básica para atender su estado. 

Otro de los adolescentes heridos también fue atendido en el Santa Rosa. Pero le dieron de alta, supuestamente por estar sin riesgo inminente. Los padres del menor aseguran que el alta fue porque ya no había camas para atender a su hijo. 

Las investigaciones siguen su curso en este caso. Pero sea el veredicto que se dicte sobre estos hechos, un adolescente, ya murió a manos de un adulto. Jordan era casi un niño. Recién tenía 12 años pero, fue baleado por un sujeto sin escrúpulos y sin corazón, dejando a una familia devastada.